Greg Norman podría estar a punto de dejar de ser el centro de atención de LIV Golf según un informe reciente de The Telegraph .
Según los informes, el circuito respaldado por Arabia Saudita está buscando a Mark King, el ex director ejecutivo de TaylorMade y actual director ejecutivo de Taco Bell, para que sea su nuevo director ejecutivo. King asistió a múltiples eventos de las LIV Golf Series esta temporada y se cree que se reunió con Yasir Al-Rumayyan, el gobernador del Fondo de Inversión Pública de Arabia Saudita dueño del circuito LIV Golf.
Michael Bamberger, del Fire Pit Collective, escribió en septiembre que King le dijo que "en cinco años, LIV Golf será otro Tour entre los existentes y que todos aprenderán a llevarse bien".
A King se le puede atribuir legítimamente el haber convertido a TaylorMade en uno de los fabricantes de equipos de golf más influyentes y líderes. Estuvo en la compañía desde finales de la década de 1990 hasta 2014, comenzando como representante de ventas y ascendiendo hasta el puesto más alto.
King era un showman y le encantaba estar en el escenario para presentar nuevos productos, e incluso protagonizó la serie de televisión de CBS, "Undercover Boss". Al mismo tiempo, las ventas crecieron, alcanzando los 1700 millones de dólares en 2013.
Además de impulsar las ventas y potenciar los equipos de I+D en TaylorMade (fue el que empezó con los pesos ajustables en los drivers, creó los drivers de corona blanca e hizo varios lanzamientos anuales de drivers), King fue un campeón en ampliar el atractivo del golf y llevarlo en nuevas direcciones. A principios de 2014, King presionó a TaylorMade para que donara $ 5 millones a una iniciativa llamada Hack Golf que abogaba por que los campos consideraran agregar hoyos de 15 pulgadas a los greens para facilitar el juego a los principiantes.
El 1 de junio de 2014, King dejó TaylorMade y fue nombrado presidente de Adidas North America. Antes de que King dejara Adidas en 2018, la compañía tenía $4.200 millones en ventas en el año fiscal 2017, lo que representaba un aumento del 27 % con respecto al año anterior.
Un tiburón que se deje revolcar en la cubierta de un barco seca, y sin esperanza de agua, sobrevivirá solo unos minutos, por lo que existe al menos una métrica por la cual se puede decir que Greg Norman superó las expectativas durante su mandato como director ejecutivo de LIV Golf.
En el flujo incesante de informes, rumores y conjeturas sobre el LIV Golf ha resurgido la especulación de que el dirigente de pelo rubio podría ser reemplazado por el ex director general de TaylorMade, Mark King. Preguntado King en julio respondió que no aceptaría el trabajo. Si King termina dirigiendo las LIV Golf Series, su negación y posterior cambio de actitud al menos le darían algo en común con algunos de los jugadores del LIV Golf y así el actual director ejecutivo de Taco Bell podrá presumir de una experiencia relevante en el cambio de opinión.
Un cambio en el liderazgo de las LIV Golf Series no se tratará simplemente de dejar de lado a una figura polarizada, motivada por una animosidad personal contra el PGA Tour, y además vista con desdén por muchos de los mejores jugadores, incluidos algunos a los que ha convencer para que se uniesen al LIV Golf.
Cambiar el Shark sugeriría desesperación a corto plazo más que determinación a largo plazo, tal vez incluso una nueva estrategia para salvar las apariencias de los saudíes. También representaría el único movimiento que le queda a LIV Golf antes de tener que reconocer que el problema fundamental no es quién capitanea el barco.
A pesar de las fanfarronadas y los bots inagotables de Norman, no todo está bien en el metaverso de LIV Golf.
Si bien el PGA Tour ha brindado a sus leales lo que exigían (eventos de élite, fondos de premios más lucrativos, bonificaciones más grandes), LIV Golf no le ha dado a sus jugadores nada de lo que se les prometió, excepto dinero.
No hay un derecho indiscutible a elegir jugar en otros Tours, no hay puntos en el ranking mundial, no hay un camino claro hacia los Majors, no hay acuerdo de derechos de transmisión, no hay audiencia, no hay aclamación pública como visionarios, no hay aplausos por hacer crecer el juego.
Los saudíes aseguraron lo que pudieron: jugadores, un puñado de ejecutivos desempleados, la buena voluntad de los influyentes de los medios sedientos de acceso, pero ni siquiera los recursos del reino han podido comprar la lealtad de los aficionados o la aquiescencia de las instituciones ya establecidas del golf.
Los últimos días han traído rumores de descontento entre los jugadores de LIV e informes de ajuste de cinturón en las lujosas ventajas que alguna vez se otorgaron a sus séquitos. Más ominoso para Norman, o para cualquier ejecutivo desafortunado que lo reemplace, son los rumores de que se acerca el ajuste de cuentas sobre la única pregunta para la cual LIV Golf no tiene una buena respuesta: dónde está el retorno de la inversión? Incluso los saudies tiene límites sobre cuántos Pat Perez del mundo golfista los tomarán por tontos.
Si estuviera sujeto a los estándares comerciales convencionales, LIV Golf ya se habría derrumbado bajo el peso de sus deficiencias estratégicas y su ineptitud gerencial, aunque no por sus finanzas. Que no lo haya hecho se debe a la benevolencia saudí y a los muchos que están dispuestos a postrarse por ello. Lo que necesita soportar ahora, sin embargo, es una ausencia de columna vertebral de aquellos que saben hacerlo mejor.
Los próximos meses verán un ritmo cada vez mayor de una banda de idiotas y charlatanes que insisten en que se debe llegar a un acuerdo por el bien del juego, que acomodar a LIV es el único camino a seguir para el golf profesional. Algunos abogarán por tal acuerdo simplemente porque aborrecen el conflicto. Pero para otros no será más que un medio que suena noble para mantener el dinero saudí en el juego el tiempo suficiente para quitarles su parte.
La narrativa que escucharemos de estos graduados en las escuelas de diplomacia exigirá que los Tours mundiales PGA y DP actúen como desfibriladores para LIV, que deben unirse para resucitar una fiesta acabada para que otros puedan robarle los bolsillos por un tiempo más. Solo una de estos Tours parece en peligro y no está encabezada por Jay Monahan o Keith Pelley.